El campo, el motor del gran crecimiento que tuvo Charata en los últimos años

El gobernador Jorge Capitanich visitó obras que lleva adelante la empresa Xima y recorrió un campo algodonero del grupo Talar en plena recolección. “Tenemos esta firme convicción de seguir acompañando a cada productor algodonero y sostener la producción en nuestra provincia”, resaltó.

Como una comida sazonada que requiere un varieté de condimentos bien balanceados, o como el dicho popular que invita a tener “los huevos en distintas canastas”, así, igual, siempre es bueno que un país tenga bien distribuidas sus fortalezas, para reducir sus debilidades.
Argentina ha soñado siempre con sentar las bases de un país federal (vale recordar el Proyecto Patagonia que impulsó sin éxito en 1986 el entonces presidente de la Nación, Raúl Alfonsín, que incluía trasladar la capital a Viedma-Carmen de Patagones), sin embargo, a poco de cruzar la General Paz, se empiezan a notar las diferencias.
No obstante, lo que sí tiene el resto del país (y mucho) que no tiene la megalópolis es campo, agronegocios que dan vida y son el motor de ciudades y pueblos. Una de esas ciudades, que ha crecido y cobrado protagonismo junto con la diversificación agroproductiva es Charata, más conocida como “La Perla del oeste”, una ciudad de 30.000 habitantes que, si bien siempre fue de matriz agrícola (en octubre cumplió 106 años desde su fundación), las últimas dos décadas, junto con la posibilidad de producir de manera más estable a partir de nuevas tecnologías ha cobrado gran protagonismo.
Charata está 300 kilómetros al oeste de Resistencia, la capital chaqueñaCharata está 300 kilómetros al oeste de Resistencia, la capital chaqueña
Está 300 kilómetros al oeste de Resistencia, la capital chaqueña. Datos de 1991 marcan que Charata tenía 15.000 habitantes y en 2001, algo más de 22.000. Según datos del INDEC, entre 1991 y 2010 se registró un 63% más de población urbana y un 35% menos de población rural en el departamento de Chacabuco, que al que pertenece Charata. En el censo de 2010, Chacabuco registró un 84,7% de población urbana y un 15,3% de población rural.
Los historiadores recuerdan que a fines del siglo XIX recibió un flujo importante de inmigrantes europeos, básicamente italianos, españoles y, en menor medida, alemanes. La otra corriente inmigratoria se dio en años de la primera guerra mundial (1914-1918).
“Para nosotros todo empezó con mi abuelo, que se vino de Alemania en 1914, mis cuatro abuelos son alemanes, que cuando llegaron empezaron a ver qué podían producir, mi abuelo, de hecho, tiene una mención por ser el primer productor de alfalfa en la zona”, recordó el productor y contratista, Daniel Kempe, en diálogo con Clarín Rural, en un parate antes de irse al campo, esperando algo de lluvia para poder sembrar.
Justamente el exceso (como el año pasado con las peores inundaciones de las últimas décadas) y escasez de agua (como ahora), es uno de los problemas que tienen que sortear productores y los ciudadanos en general.
Pulverizacion selectiva en Charata, una de las tecnologías que se ha introducido.Pulverizacion selectiva en Charata, una de las tecnologías que se ha introducido.
El agua, es todo un tema. Entre las primeras limitantes que refiere Kempe es la falta de una red de agua potable. “Las casas tienen aljibes porque tenemos que cosechar agua”, dijo. Y agregó: “Por eso Charata no crece hacia arriba, porque en un edificio no se puede recoger agua”. Según contó el contratista, hay una obra bastante avanzada, con la red fina hecha y los tubos grandes en colocación. El agua hay que bombearla desde el Río Paraná 280 kilómetros pero también hay que subirla, por el desnivel entre Charata y el río. “Una vez que tengamos el agua potable Charata va a crecer sin parar”, sentenció Kempe.
María José Galdeano, ingeniera agrónoma nacida en Resistencia, cuando terminó el secundario se fue a estudiar a Corrientes. Pero cuando se recibió, hace 25 años, se afincó en Charata y no se fue más. Galdeano también marcó el tema del agua como un asunto por resolver, entre otros: “Juntamos agua dulce de los techos, es increíble”.
Galdeano, sin embargo, ponderó que en dos décadas “el cambio que ha tenido la ciudad es enorme, evolucionó junto con los cambios que se dieron en la producción, cuando yo me vine era un lugar de oportunidades, y hoy lo sigue siendo con la digitalización, la agricultura de precisión y las nuevas tecnologías”.

María José Galdeano en un lote agrícola.María José Galdeano en un lote agrícola.
Estas innovaciones, han permitido, para Galdeano, que se puedan amortiguar las caídas de rendimiento producto del clima. Durante un tiempo fue todo soja y más soja. Hoy se pueden ver maíces y sorgos, por supuesto girasol y algodón. Los productores tienen una paleta de opciones.
“Hasta el trigo, que uno podría pensar que no es importante ha sido fundamental como cobertura y para ampliar las posibilidades a la hora de sembrar”, contó a Clarín Rural otro productor, ganadero en este caso, Marcelo Repetto, que es actual presidente de la Sociedad Rural de Chaco, pero entre 2011 y 2019 tuvo cargos públicos (4 años como subsecretario de ganadería y 4 como ministro de la Producción).
Una mayor producción de granos, en seguida puso en marcha distintas estrategias para agregarle valor. “Por eso ha crecido la ganadería también, incipiente, pero se ha movido, junto con desarrollos interesantes en producción porcina, todo para aprovechar la oferta forrajera”, dijo Repetto, para quien la “diversificación de la matriz productiva es fundamental”.
En todos estos años se han ido instalando proveedores de insumos y acopios, desmotadoras y también quienes venden maquinaria agrícola. Así como grupos de productores CREA y de Aapresid. En Charata y cercanías están instalados grandes como AFA, AGD, COFCO, Dreyfus y Bunge. Hay muchos distribuidores de agroquímicos, incluso que proveen a Santiago del Estero y norte de Santa Fe.
El algodón es uno de los principales cultivos que se siembra en la zona.El algodón es uno de los principales cultivos que se siembra en la zona.
Infraestructura
En distancias tan grandes como los 800 kilómetros que hay que transitar para llegar al puerto de Rosario, la rentabilidad se hace, casi todos los años, imposible. Por eso, la posibilidad de reactivar el Belgrano Cargas es el sueño de toda la región.
“Nuestra agricultura estaba limitada pero este año, hace 5-6 meses, se pudo enviar cereales de Pampa del Infierno a Timbúes y la verdad que esto va a beneficiar muchísimo a Charata y la región, porque las gramíneas son clave en la rotación, pero sin imposibles de llevar en camión hasta Rosario”, dijo Kempe.
Para Repetto, sería importante contar con más “infraestructura dura”, como rutas nacionales que unan Chaco con Santiago del Estero, por ejemplo. También establecer más acopios para aprovechar mejor el Belgrano Cargas.
Urbano o rural
En los años 20 al 35, la gente, mayormente inmigrantes, se instaló en los campos. Se mensuró todo y se establecieron 100 hectáreas por familia. “En los años 70 hubo una inundación terrible, parecida a la de 2019 y mucha gente perdió todo, una parte se fue a la ciudad, paralelo a eso, esas unidades productivas se fueron haciendo más grandes por sucesiones y compras y hoy son de 500 a 800 hectáreas, por lo que cada vez fue quedando menos gente en el campo”, recordó Kempe.
Menos trabajadores y familias significaron menor cantidad de niños para ir al colegio, por ende, fueron cerrando algunas escuelas rurales. Y las pocas que quedaron abiertas, al no completar la matrícula por tener pocos alumnos también cerraron años más tarde. Hoy son taperas.
Justamente la intendenta actual de Charata, María Luisa Chomiak (PJ-Frente Chaco Merece Más), nació y se crio en el campo y fue a una escuela rural. Se puede decir hoy que hay más producción, con menos productores. Sin embargo, para los protagonistas consultados por Clarín Rural, el sector agropecuario está en movimiento y la demanda de trabajadores es activa. Sólo que en vez de vivir en el campo, viven en la ciudad.
¿Qué hacen los jóvenes?
La gran pregunta, cuando se analiza el devenir de un pueblo, es qué hacen los jóvenes.
Si no hay motivaciones para ir a capacitarse a otro sitio y regresar, los pueblos se van envejeciendo y su chispa, motor del desarrollo, se apaga de a poco.

Todos los entrevistados coincidieron que Charata, por las oportunidades permanentes que ofrece el sector agropecuario, es una ciudad a la que los jóvenes vuelven. “De los que se van, casi todos vuelven, algunos al campo familiar, otros a trabajar en las empresas y otros a hacer su propio camino, en términos generales no hay un desarraigo, trabajo hay”, resumió Repetto.
Para Kempe, “los que se van a estudiar agronomía tienen muchas posibilidades para volver con trabajo a Charata porque hay muchas empresas, incluso muchos vienen a trabajar en relación de dependencia y después se hacen productores”. Coincidiendo, Galdeano apuntó que “los chicos se van a estudiar y vuelven a trabajar en el campo, quizás los que se van a estudiar otra cosa la piensan dos veces, pero también para otras actividades hay movimiento”.
Según una estimación propia, Kempe cree que sólo 2 de cada 10 jóvenes que terminan el secundario se puede ir a estudiar a la universidad. Rosario está a 800 kilómetros, Córdoba a 700, más cerca está Corrientes a 300. Pero todo representa un costo y muchas familias no pueden asumirlo. “En algunas carreras se puede hacer el primer año y después se tienen que ir sí o sí”, apuntó Galdeano.
Campo al 100%
“Todo crece y se mueve según como le vaya al sector”, consideró Galdeano. “Al no haber demasiada industria, se depende 100 por ciento de la agricultura”, dice, seguro, Kempe.
Sin embargo, a pesar de esa tracción que hace el sector agropecuario, al igual que en otras ciudades de todo el país, los productores se sienten, cada vez más, bajo la lupa de la sociedad. Es algo que les preocupa y los ocupa.
“Muchas de las cosas que hacemos no llega ni a la tranquera, porque el propio peón, a veces, critica a los productores”, esgrimió Galdeano. Y contó en lo que trabajan: “Junto a un grupo de productores que asesoro, hicimos una encuesta para ver cómo nos ve la comunidad y nos sorprende que, hasta las propias maestras de nuestros hijos, en vez de preguntarnos a nosotros cómo se hacen las cosas y si lo que se dice es cierto, buscan por internet”.
Galdeano cree que hay muchas herramientas que permiten hoy hacer las cosas bien y certificarlo. Una de ellas es la pulverización selectiva, esto es, en un campo sin cultivos, donde sólo crecen malezas, aplicar herbicidas sólo allí, reduciendo en algunos casos un 80% el uso de producto. “Hoy hay más de 350 equipos trabajando en la región, y esto es importantísimo porque bajamos índice de impacto ambiental, pero eso no llega a la gente, no logramos comunicarlo, hemos pensado en invitar a los colegios a que vean cómo trabajamos”, contó.
“Charata funciona en torno al sector agropecuario, de hecho, las inundaciones del año pasado, que fue la peor en 50 años, y golpearon mucho al campo se hizo sentir en la ciudad”, opinó Reetto.
El proceso de formación de una perla se da cuando una partícula extraña, que puede ser un grano de arena, ingresa en el interior de una ostra, que empieza a recubrir ese objeto extraño con miles de capas de nácar como mecanismo de defensa. La “perla del oeste” ya cuenta con varias “capas” de crecimiento y desarrollo, pero aún le queda un largo camino por recorrer para salir de la ostra.

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