Chaco: el drama de las inundaciones en primera persona

Cuatro referentes de la provincia cuentan las consecuencias de las últimas fuertes lluvias, a poco de la cosecha.

Los entre 150 y más de 300 milimetros que precipitaron de un saque durante las primeras doce horas del 31 de marzo fueron demasiado para ciudades y campos chaqueños que, en parte estaban saliendo de “terapia intensiva”, recuperándose de las lluvias de diciembre-enero pasados. En aquel momento complicó la cosecha girasolera, esta vez, la de soja y algodón.

El aluvión hídrico es demasiado para cualquier zona (alcanza con recordar sucesos como los de Pergamino, San Antonio de Areco o Arrecifes en plena Pampa Húmeda), pero más para campos que después de las precipitaciones de enero recién hace 45 días se habían podido secar.

Los productores anhelaban con recuperar el terreno perdido ya que aquellas lluvias de fin de 2018 habían generado pérdidas en el girasol y, sobre todo, habían dejado varias hectáreas en lucro cesante, sin poder sembrarse con soja, maíz o sorgo.

“La inundación de enero pegó muy fuerte en toda la zona afectando muchas hectáreas y ahora, cuando campos y caminos habían secado bastante pasó esto”, se lamentó el productor y contratista rural chaqueño, Daniel Kempe.

Kempe está entre los que tienen el riesgo diversificado. Pero además, tiene gran parte de su producción en lo que identifica como “zona alta”. Y lo explicó: “El límite interprovincial entre Chaco y Santiago del Estero está a 118 metros sobre el nivel del mar (msnm), si vas para el oeste en 50 kilómetros estás en 170 msnm pero si venís al este, incursionás en Chaco, estamos a 110 msnm durante varios kilómetros entonces el agua no tiene fuerza para escurrir y esto se transforma en una pileta”.

Kempe advirtió además, que a diferencia del evento de diciembre-enero, en esta oportunidad también llovió mucho en Santiago del Estero y, con la pendiente, esa agua afectará indefectiblemente al este chaqueño.

Vale recordar que aquellas lluvias de fin de 2018 goplearon a un girasol que venía con excelentes rendimientos, lotes de 30 quintales, una media de 27. El agua los dejó stand by hasta hace unos pocas semanas que bajó el agua y se pudieron cosechar, pero ya sin los rindes ni la calidad de otrora.

En la parte alta, el noreste de Chaco y cerca del límite interprovincial (Pampa del Infierno, Bermejo, Río Muerto), los cultivos están “muy buenos a excelentes”. “Nunca hemos tenido cultivos como los que tenemos ahora, pero ahí hay productores grandes, por el contrario, hacia el este, General Pinedo, Hermoso Campo, Charata, Villa Angela, hay productores chicos, de 300 a 1.500 hectáreas que están muy pero muy complicados, eso es lo más triste, porque son el motor de todas esas ciudades”, relató Kempe.

El fuerte de la cosecha de soja en la zona comienza a partir del 25 de abril y hasta fin de mayo. Aún es incierto cuánto alcanzará a secar. “Si cuando pasó lo de comienzos de año demoró 45 días en secar, ahora creemos tardará más porque hay menos horas de sol, el sol calienta menos y se esperan más días nublados, encima está lo del agua que está viniendo desde Santiago del Estero”, se lamentó Kempe.

Para Mariano González, productor y asesor chaqueño, “el panorama es crítico a catastrófico para un 35% de los productores en el sudoeste de Chaco”.

Claro, algunos lugares donde en todo el año precipitan 1.000 milímetros recibieron 400 en dos días. “Esto hace que sobre ahora y, probablemente, falte en un mes, porque los suelos no alcanzan a aprovechar todo ese milimetraje”, indicó.

Si bien reconoce que en el resto de la provincia los cultivos que están implantados están bien, y la soja “se viene defendiendo”, el problema son los caminos y lo que deja el agua, grietas que van a complicar la logística aunque pueda cosecharse. En lo que viene, González refirió que muchos están pensando en el trigo y otros en el girasol “a pesar que la campaña pasada el productor se enemistó con el girasol por el derrumbe de precios y porque le costó mucho cosecharlo, sin embargo, le permite hacer un doble cultivo y tener algo de plata fresca a fin de año”.

Rubén Sphan es asesor de productores que suman unas 11.000 hectáres en la provincia de Chaco. Muchos de sus clientes están en la zona caliente, complicada por el agua. “Soja hay mucho menos porque gran parte no pudo sembrarse, lo mismo el maíz y el sorgo, todos con fecha de implantación de diciembre-enero, pero mirando hacia adelante, muchos piensan en el trigo que debería empezar a sembrarse ahora pero no se puede, hasta incluso peligra la superficie de girasol porque deberían estar haciéndose barbechos y como no se puede ingresar a los campos se están llenando de malezas”, graficó.

Sphan contó que si bien la soja que está en pie augura buenos rindes, también corre peligro de empezar a desgranarse una vez que “se entregue”. Otro foco de pérdidas es el girasol que se cosechó y no se pudo sacar de los campos “porque si hay agua y entro en los bolsones puede haber pérdidas y mermas de calidad”.

Hacia adelante, el asesor la ve complicada, porque “financieramente los productores vienen muy golpeados”.

Tercera generación de productores (inmigrantes italianos), productor diversificado (granos, vacunos, porcinos y hasta gallinas ponedoras) junto a su hermano Adolfo, desde diciembre de 2016 Hugo Mariá decidió dar un paso para crecer, e invirtió vender agroinsumos apalancado en la multiplicación de semillas. A ellos también los complica el clima, porque los clientes demoran pagos y les hace crujir toda la cadena.

“Es muy difícil remarla”, sentenció a Clarín Rural Mariá. Y siguió: “Estamos peleándola en lo climático y también en lo económico, tratando de no caer, con una ingeniería financiera complicadísima”.

Mariá reconoció que como vendedor de agroinsumos “uno de sus principales competidores hoy son los bancos, con tasas de 45% en los plazos fijos que te hacen dudar si seguir invirtiendo o no, para las Pymes es una competencia esa tasa”.

Yendo a lo sucedido en los campos, Mariá recordó que las lluvias de diciembre-enero hicieron que 30-40% del girasol de la zona quede en los campos sin cosechar, impidiendo que se siembre algún cultivo de segunda y dejando sin “caja navideña” a varios productores. “Quedó mucha plata en el campo, esto afectó el bolsillo de los productores por partida doble”, dijo.

Para Mariá, “casi que lo económico va a ser más importante que lo agronómico”. Porque si bien la soja que está pinta para 3.000 kilos por hectárea, cuando la media es de 2000, “cuando el productor hace la cuenta de todo lo que perdió esa ganancia se le escurre entre los dedos”.

Con este panorama, “el productor chico queda en el camino, ya no tiene aire para la próxima campaña y esto afecta el negocio de la agronomía que se resiente, dejás de pensar tanto en agronomía porque al final del día es más probable que te salve o te hunda lo financiero”. 

También el norte santafesino

El norte santafesino es otra de las zonas complicadas por los excesos hídricos de fines de 2018 y los de ahora.

“En los campos que tenemos cerca de Villa Minetti, de las 3300 hectáreas sólo pudimos sembrar 1400 por los eventos de diciembre-enero, y con estas lluvias estamos muy complicados por falta de suelo para poder cosecharla en 15 días”, contó Fabrizio Rapallini, gerente de producción de Man Agro en el NEA. Encima, en lo que pudieron sembrar, tuvieron el 10-15% de pérdidas post siembra en lotes altos y 60-70% en lotes bajos.

Para colmo, pensando en la próxima campaña, el 60% que les quedó sin sembrar está muy enmalezado. Quieren hacer algún cultivo de cobertura como vicia pero no se puede entrar a los campos.

“Lo que está implantado está muy bueno pero no sabemos cómo vamos a poder levantarlo, encima con días más corto va a costar más secar, por eso acá hay una fiebre por conseguir cosechadoras arroceras o con orugas porque las convencionales, incluso con duales, se están yendo para otro lado”, relató Rapallini.

Para el gerente de Man Agro en el NEA “es difícil hacer números ahora”. “Primero porque no sabemos con qué rinde vamos a cosechar, segundo porque los costos fueron aumentando, incluso los que estamos viendo de cosecha, pero además, habrá que cosechar y embolsar húmedo, habrá que pagar luego secado, en fin, mucha incertidumbre para una campaña que nos trae golpeados”.

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