Genética, manejo y maquinaria revalorizan cada milímetro en el Chaco

NOTICIAS 📍Diciembre 25 2019, CABA Nota Original de Clarin Genética, manejo y maquinaria revalorizan cada milímetro en el Chaco El productor y contratista Daniel Kempe cuenta como apuestan a la innovación para lograr más rendimientos en soja, maíz, girasol y algodón. “Hoy, con la misma cantidad de milímetros, estamos cosechando el doble de soja que hace diez años, son 3000 kilos por hectárea de soja con 600 milímetros, con eso hace diez años no hacías nada”. El textual es del productor y contratista del Chaco, Daniel Kempe, y es una postal de cómo ha evolucionado productivamente el norte argentino con herramientas genéticas pero también de manejo (hasta se animan a hacer cultivos de servicio) y tecnología en maquinaria (siembra de precisión, pulverizaciones variables y cosechas con gestión de datos).Algunas zonas de la provincia de Chaco vienen de sufrir, a comienzos de 2019 la inundación más grave de los últimos 30 años (según el reporte del INTA Sáenz Peña). Suelos saturados de agua, nutrientes lavados y barrido de la vida microbiana fueron algunas de las consecuencias que ocasionaron 3 meses de lluvias que afectaron 2,2 millones de hectáreas.“Hoy ya volvió todo a la normalidad, casi no queda agua en los campos pero sí quedaron deteriorados los caminos, no alcanza el tiempo ni máquinas ni recursos para recuperarlos”, repasó Kempe.Entre las consecuencias agronómicas, se sembró menos girasol porque en agosto todavía había campos anegados. “Lo que sí, que el girasol que se cosechó está muy bueno y el trigo también”, argumentó Kempe. El que salió beneficiado por el recorte girasolero es el algodón: “Hay aumento de área por lo que no se sembró de girasol pero, además, hace 4 años que el algodón tiene 50% más de rentabilidad que la soja, y eso sedujo a productores grandes que no venían sembrando”.Nuevas tecnologíasPara Kempe, la gran diferencia hoy es que “todo se registra, se analiza, y se va conociendo más el lote y sus potenciales” para tomar decisiones muñidos de más datos. “La información nos sirve y nos ha servido mucho y a pesar de que no podemos manejar las lluvias sí podemos ajustar otras cosas”, reflexionó.El legado familiar de Kempe viene de su abuelo Emilio Máximo Kempe, que llegó de Alemania a Charata en tiempos de la primera guerra mundial (1914) y empezó sembrando 80 hectáreas. Daniel Kempe, vio lo que hizo su abuelo y luego su padre junto a sus tíos (seis hermanos). Motivado por esto desde los 15 años trabajó arriba de la cosechadora hasta los 21. Hizo la escuela primaria pero no el secundario. Desde los 21 años, cuando se casó, trabaja con su suegro, Eduardo Giraudo.Trabajan unas 7500 hectáreas (70% de campos arrendados) pero siembran 10.000 hectáreas contando lo que hacen de doble cultivo sea trigo/soja, trigo/maíz, girasol/maíz o girasol/soja. En el 50% de la superficie se siembra soja, 30% maíz, 7% algodón y el resto es girasol.“Usamos la mejor tecnología disponible en semillas y hacemos refugios”, contó Kempe.Un tema importante es el de los alquileres. Están intentando que sean por tres años. “Si vos trabajás bien y limpias un campo de malezas y al año siguiente viene otro y oferta un 20% más vos, que hiciste la inversión, te quedás afuera y le dejás un campo hermoso”, se lamentó el productor chaqueño.RotacionesUna de las rotaciones que eligen es dos años de soja, uno de maíz, soja de nuevo, y después una parte va a trigo y otra a girasol. Sobre el trigo se siembra maíz y sobre el girasol se siembra maíz o soja.En los campos donde se hace algodón se siembran dos años de soja, maíz, después algodón, maíz y de nuevo dos años de soja. “Tratamos de que al tercer año haya sí o sí maíz y si podemos metemos trigo/maíz, dos gramíneas porque si no le cuesta mucho remontar al suelo”, explicó Kempe.Hace unos años están probando fertilizar el maíz, pero hay que tener cuidado porque cuando falta agua se quema el cultivo. “Cuando llueve te puede multiplicar un 30% más el rinde, pero si no llueve podés quedar un 30% abajo con el costo del fertilizante al hombro”, advirtió Kempe.El algodón ocupa sólo un 7% de la superficie, sin embargo, la campaña 2017/18 fue el cultivo más rentable. La ventaja del algodón versus soja (40 y 35 qq/ha de rinde, respectivamente) fue de 3 a 1 en rentabilidad. El segundo lugar lo tuvo el girasol, luego soja y, finalmente, maíz. “En algodón nos preocupa mucho el picudo, porque una vez que lo viste en la cápsula es porque ya puso sus huevos ahí y se pudre”, explicó Kempe. Y agregó: “Para controlarlo se hacen 4 aplicaciones cada cuatro días, se esperan siete días y, si persiste, se vuelve a hacer otra batería 4 por 4”.El contratistaCuando se pone el “traje” de prestador de servicios, Kempe destaca que pugnan siempre por estar al tope de la tecnología.El parque de maquinarias consta en total de seis pulverizadoras todas con sistemas de aplicación selectiva, cuatro sembradoras (con varios tractores) y dos cosechadoras. Prestan servicios de pulverización y siembra, ya no de cosecha “porque ha dejado de ser rentable”.Hoy el foco está puesto en las pulverizaciones variables (también están incursionando en las siembras variables). En promedio, la última década cada pulverizadora trabajó 33.000 hectáreas por año. Los servicios de pulverización “normal” empiezan desde la primer quincena de enero hasta agosto. Luego de eso, se atacan los barbechos con selectiva.Para hacer aplicaciones selectivas las pulverizadoras tienen lectores puestos sobre el botalón que detectan la presencia/ausencia de malezas y abren los picos en una fracción de segundo en caso de detectar malezas. Se puede elegir el tamaño de la maleza que uno quiere que “vea” o detecte ese lector. Incluso una de las pulverizadoras cuenta con un scanner manual que permite acercarse a la maleza y mostrársela al lector. Luego esa imagen se internaliza en la máquina que irá aplicando sólo a plantas que tengan esas características. Es un francotirador con una mira telescópica”, se entusiasmó Kempe, que

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